La piel herida - 2013
OBRA ESCULTÓRICALa presente serie la piel herida bien podría llamarse la piel curada, pues, cual paradoja, no presenta en el material elaborado los síntomas tangibles de lo que fue si nos centramos en el resultado.
Pero las obras están ancladas al proceso de elaboración, al desarrollo que les exigió ser moldeadas, martilleadas hasta la extenuación además de soldadas y repasadas, de modo que las obras realizan una metamorfosis en el cual el resultado final es una piel cual acero, sin marcas ya aparentes. Serie la piel herida
La piel herida es Esa piel que con el paso del tiempo sigue siendo espejo y soporte del ser y delimita espacio interior y exterior que buscan el encuentro entre los lugares y la existencia.
Alfonso García
“El buen caminante no deja huellas”
Lao Tse, Tao te ching, fragmento del XVII
Cuando hablamos de la arquitectura de la felicidad, obviamos ésta cubierta nuestra que nos revela ante el mundo que es la piel y, en particular, esa piel herida que nos conduce a lugares insospechados de ternura y de dolor. Un camino de fuera hacia adentro. La piel que nos acompaña y nos enseña, que nos cubre, encubre y nos descubre un mundo ante nuestros ojos mediado por los sentidos.
La piel que nos revela la realidad del ser y nos interroga permanentemente. Una necesaria piel herida que a modo de excusa sirve de mediadora en la presente exposición, del mismo nombre, pero que no vemos ante nuestros ojos y que nos acerca al ser a través de trece obras escultóricas realizadas en acero cortén.
Todos nos sentimos fascinados por el cuerpo, bajo nuestra piel es el lugar donde como habitantes del mismo situamos nuestra vida y creamos un hogar. Nos da protección y bienestar en el sentido amplio del concepto y requiere de psique y de alma, donde el tiempo pasa rápido. Pero la cubierta es mucho más que eso.
Ella es mucho más compleja y difusa pues nos invita a integrar memorias, imágenes, deseos, miedos, pasado y presente que comporta un conjunto de rituales, ritmos personales y rutinas cotidianas reflejo de nosotros mismos. La habitamos y nos habita construyendo un autorretrato en tres dimensiones en el que nos construimos día a día. Tal como escribió el poeta francés Noel Arnaud: “Soy el espacio donde estoy”.
Esa piel herida que con el paso del tiempo sigue siendo espejo y soporte del ser y delimita espacio interior y exterior que buscan el encuentro entre los lugares y la existencia.
La presente exposición “la piel herida” bien podría llamarse la piel curada, pues, cual paradoja, no presenta en el material elaborado los síntomas tangibles de lo que fue si nos centramos en el resultado. Pero las obras están ancladas al proceso de elaboración, al desarrollo que les exigió ser moldeadas, martilleadas hasta la extenuación además de soldadas y repasadas, de modo que las obras realizan una metamorfosis en el cual el resultado final es una piel cual acero, sin marcas ya aparentes.
Alfonso García, se considera un artista moderno o contemporáneo, del Siglo XX (generación de los 80) y principios del XXI, que aprecia la reflexión y huye de la trasgresión.
Trabaja desde la consciencia retomada y resuelta de dicotomía entre tallado y modelado, y desde la preferencia por el trabajo escultórico realizado desde el empleo de los útiles y sus usos en sus distintos materiales (desde el cincel y martillo, la escurfina y el escoplo hasta el corte de plasma y la soldadura TIG (Tungsten Inert Gas)). La presente obra está trabajada en su totalidad en acero cortén, a martillo y con electrosoldadura.
Desde el trabajo y la premisa de que las partes pueden valer por el todo, y donde proceso creativo, el estudio de la masa, del peso, del centro de gravedad de la obra y de la estructura que sirve de base forman un equilibrio visualizado por el propio artista, el artista profundiza en cuestiones que ya interesaban a Hildebrand, Rodín, Brancusi o Moore.
Desde el intento de dar respuesta a los problemas que las vanguardias, rechaza la identidad estatuaria de las esculturas propuestas para asumir un cambio asumido desde el énfasis a lo objetual en ocasiones cercano a las tendencias reduccionistas que trabajan con estructuras primarias mínimas a gran tamaño. Estas se recogen bajo el término Minimal art.
La denominación “minimal” -MÍNIMO- acuñada por el filósofo Richard Wolheim “para calificar una clase de objeto artístico, en el que las diferentes formas están reducidas a estados mínimos de orden y complejidad, tanto desde una perspectiva morfológica como perceptiva y significativa”, según definición de Daniel Giralt-Miracle. Opción a la que pertenecen los artistas Carl André, Artschwager, De Maria, Dan Flavin, Donald Judd, Ellsworth Kelly, Sol Le Witt y Robert Morris, quienes recurrieron, como materiales más usados, al acero inoxidable, la plancha de hierro, la superficie laminada, el aluminio y el hierro galvanizado.
Alfonso García manifiesta al preguntarle por las tendencias artísticas, que las fronteras artísticas se han difuminado, que los límites de los territorios han desparecido generando una lasitud de los mismos que va más allá del entendimiento de los artistas. La producción cultural, artística y a la par escultórica se ha liberado de los espacios intangibles de las culturas y opera hoy en día apropiándose de los espacios y devorando a sus creadores, pues opera bajo el influjo, cada vez más potente de los sistemas de poder e intervencionismo institucional, como las estrategias del mercado capitalista. Lo cual contribuye a la desestabilización del propio sistema de las artes, encumbrando artistas y art-sesinando a otros.
Alfonso García